En aquella clase, me hablarían por primera vez de un señor llamado Robert Dilts.http://www.nlpu.com/NewDesign/NLPU.html
Por aquel entonces, no tenía ni idea cuánto me aportarían las enseñanazas de este gran Maestro de PNL y cuánto aprendería de sus estudios en cuánto a creencias y estratégias.
Durante la sesión nos hablaron del "Iceberg Neurológico", de La Estructura de la Personalidad presentada por Robert Dilts.
A partir del simil de un iceberg, nos explicaron como arriba del todo, en la punta del bloque de hielo, están nuestras conductas, lo que representa apenas un 10% de lo que somos en realidad.
Mientras escuchaba a mi profesor, me sorprendí reflexionando que juzgamos a las personas exclusivamente por aquello que podemos ver a simple vista, que son nuestras conductas y que si interiorizamos hay mucho más que eso.
Por debajo de aquello que hacemos, están las actitudes, las aptitudes y las opiniones y ya muy por debajo, las creencias, los valores, la identidad y un apartado muy profundo denominado transpersonal.
Las creencias de una manera u otra han ido marcando nuestras vidas con líneas a veces muy gruesas. Desde niños nos han ido introyectando creencias, creencias que no hemos valorado ni elegido, sencillamente hemos tragado como cuál caramelo con papel incluido.
Las creencias han quedado arragaigadas en nosotros. Todos tenemos creencias potenciadoras y creencias que limitan nuestro día a día. Por creencias se mantienen las más atroces guerras y por creencias se producen los milagros más asombrosos. Las creencias tienen un gran poder en nosotros y solo en el mejor de los casos, tenemos la oportunidad de replantearnos si nuestras creencias nos benefician y potencian lo mejor de nosotros o por el contrario son limitantes.
Hay muchas creencias potenciadas por el miedo. Creencias que a mi me llegaban cuándo era niña y que a veces he interiorizado hasta tal punto que me ha costado deshacerme de ellas. Estos son algunos ejemplos: "Más vale pájaro en mano que ciento volando", "Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer" "Tu fiaté de la virgen y no corras", "Si no tienes algo bueno que decir, mejor no digas nada", "Si no crees que vas a llegar el primero mejor no corras"....
Muchas de ellas vinieron de mis seres queridos, padres, familiares, maestros..., que seguro con la mejor de sus intenciones fueron volcando sobre mi. La mayoría en mi más tierna infancia. Aproximadamente hasta los siete años.
Durante aquella clase, estuve debatiéndome en un diálogo interno contínuo. De repente me sentí perdida, bombardeada, cuestionando todo aquello que había sido mi realidad. Tuve un primer sentimiento de culpabilidad, sobre todo porque cuándo racionalicé algunas de ellas no tenían ni pies ni cabeza. Esas eran las que me había comido con papel incluido, sin preguntar.
Hasta aquella clase, apenas había deparado en pensar en esto y a medida que fué abanzando mi formación, me fuí dándo cuenta de hasta que punto me limitaban algunas de estas creencias. No obstante el lado más positivo, era que conociéndolas y tomando conciencia de ellas podía cambiarlas, modificarlas o desecharlas e incluir otras nuevas.
Hoy sigo trabajando y he tenido la suerte de apoyar a personas en la labor de cambiar o potenciar sus creencias. Los resultados son realmente asombrosos. Porque las creencias y los valores forman una base sólida en la construcción de nuestra personalidad y por tanto en la creacción de nuestra vida, de nuestra identidad.
Para mi fué un aprendizaje que cambió mi visión de la vida y estoy plenamente agradecida por tener la certeza de que puedo acceder a lo más profundo de mi. Que no está todo hecho, que lo mejor está siempre por hacer....
Gracias por tu testimonio y tu explicación del "iceberg neurológico" de dilts" Laura, ha sido un inesperado placer encontrarme con tu blog. Que tengas un buen día!
ResponderEliminarEdu